Borregos y la hora tonta

¿Queréis juampedros? Pues tomad juampedros; juampedros sin raza y sin casta; juampedros sin fuerzas y con movilidad inarmónica y asimétrica: borregos simplemente. Y además sin trapío para Las Ventas y, además, alguno anovillado y otro, el cuarto, un zambombo. ¡Tomad juampedros! Y lo peor es que los juampedros han infectado la mayor parte de las ganaderías de Iberia; y eso es difícilmente recuperable. ¡Peste de juampedros!, tan amados por figuras y por aspirantes y por aficionados de la rosa, de la orquídea en la solapa, y flores mustias de las marismas.

Así está el toro de lidia en Iberia. Así está la Fiesta, en la hora tonta que dicen los gitanos, en los años tontos que diría yo. Lo más tonto de toda la tarde, los juampedros. Aunque los toreros también tuvieron sus momentos bobos. Y los veterinarios tuvieron su hora tonta cuando pasaron algunos corderos de esta corrida.

Un muchacho, Jiménez Fortes, al que se puede augurar un porvenir brillante, todo voluntad y ambición, se estrelló en la confirmación de alternativa con dos juampedros. Ánimo muchacho; llevas dentro la torería buena: que no te la roben los borregos ni malas compañía. Padrino y testigo, figuras indiscutibles; pero que no te transmitan lo de ayer. Y huye de los colaboradores que, además, como el primero pueden pegarte el tabaco. Y afina la espada. Lo de ayer tómatelo como un accidente infortunado.

Morante con dos ovejos, uno de ellos grandullón, pegó el cante y la espantada, que ya hubieran querido para sí Rafael el Gallo o Curro Romero. Y el poderoso Manzanares hizo como que toreaba, lució tipo y elegancia, y parte del público tragó esa exhibición de pasarela. Por ahí no llegará a ninguna parte. En cante, y en toros depende, mis preferido han sido siempre gitanos. Empezando por Terremoto de Jerez y acabando, salvadas las distancias, con el joven Antorrin y el Pescao, mi héroe palentino. Hoy la flamenquería llorará por siguiriyas recordando el petardo de Morante; o se romperá por peteneras, que es peor y que dios reparta suerte. Todos los flamencos y flamencas jondos que conozco son de Morante de la Puebla y le cantan en bulerías por soleá, que es verdadero palo de Morante; sólo por escucharlos, me da igual que estés sublime o pegues el petardo. Pero que sea por lo grande. El próximo día, o fugitivo o sublime: tú mismo.